La expiación
Creemos y testificamos que las Santas Escrituras enseñan que la muerte de Cristo y
el derramamiento de su sangre en la cruz del Calvario tuvo como objeto la expiación de los pecados de todos los seres humanos (Isaías 53:4,5; 1ª Corintios 15:3-4, Efesios 1:7; Colosenses 1:20;
Hebreos 9:12), y que sólo en virtud de los méritos de su muerte, y el derramamiento de su sangre en la cruz, puede el hombre ser reconciliado con Dios (Gálatas 1:4; 1ª Pedro 1:18-19) y plenamente
salvado (Romanos 5:8-10). Es por su vida, muerte, resurrección, y glorificación que Jesucristo se hizo único Mediador entre Dios y los hombres (1ª Timoteo 2:5), aunque dicha verdad es únicamente
aplicada en la medida en que cada hombre particular e individualmente acepta dicha expiación como una necesidad personal (Juan 3:15-16).